Fotografía para vagos. Lección 4. Preparando el terreno.

Nunca hago estas cosas. Pero ayer fue demasiado.
Ya conté en su día que mi vocación es también mi perdición. Es como poner todos los huevos en una sola cesta.
Pero me cuesta horrores recuperarme de cada día de trabajo. Ayer fue mi primera visita al local de la asociación para el daño cerebral de León. Estas fueron mis notas.

Vicente tiene 76 años. Pero tiene que escribirlo. Porque al hablar de su edad dice "yo tengo 4 años". Como un disléxico al hablar. Tiene afasia. Se confunde con los numerales y los sustantivos. Estuvo en la marina, le mareaba y lo dejó. Le costó una eternidad explicarme el tiempo que estuvo destinado y el nombre del barco. Después trabajó en la banca.
Estamos en una sesión de trabajo con la neuropsicóloga Ester.
-¿Cuántas semanas tiene el año?
-56
-Tú vives la vida intensamente, ¿verdad?
No tiene secuelas de ningún tipo. Es un hombre con percha. Se ve joven pese a sus años: pelo canoso y abundante, ligeras entradas, ropa oscura, elegante, bien llevada.
-¿Qué recordáis de vuestra infancia? -pregunta Ester.
-Yo fui en un maronnno, en un macaróón,...
-un barco!
- ¡eso! Perdona, te podía contar muchas cosas pero... nnnn nó me salen.
-¿Adrián?
Adrián va en silla de ruedas. Es un joven bien fornido, brazos tirando a gruesos, como recién salidos de gimnasio. No lo recuerda.
-¿Gabi?
Gabi es joven también. Pelo pincho con gomina, bien vestido, jersey de lana y vaqueros.
-Yo en el Crucero.
-¿Nada más? ¿Te sentabas y hala?
Se ríen.
-Jugaba a la peonza.
-Muy bien. ¿Qué más?
Vicente responde. Es de Ponferrada. Tiene un hijo viviendo en Argentina. Lo ve cada año. Pero mezcla las cifras y no sabemos cuántas veces va. Recuerda que de niño, jugando a indios y vaqueros un chico le tiró una pizarra que le fue a dar en la cara. Le dejó una brecha descomunal que todavía asoma entre las arrugas. Que sangró como un cerdo.
Ponen caramelos en la mesa. Ester me comenta algo del lóbulo frontal y las conductas de repetición. Le pregunta a Gabi que cuántos caramelos se comerá hoy. Él responde que solo uno. Pero me huelo a que hay trampa.
Gabi se gira en su silla para explicarme que le rajaron la frente. Con la mano derecha se va señalando los límites de su frente. A ambos lados de la misma, a un centímetro escaso de las sienes, se ven las hendiduras de lo que fue. Como si en quirófano te sacasen la frente entera como una pieza de lego. Se gira y coge otro caramelo. No para de hablar. Ester se pone la mano en la boca y él para y sonríe. Dice que si no es por eso, no deja de hacerlo. Ester explica que son conductas de utilización. Eso ocurre cuando lo que te quedó dañado es el lóbulo frontal.
Ester comienza explicando que de pequeña se escapaba del colegio. Por culpa de doña Pilar, que era una cerda. Esperaba al final de la cola y cuando no miraba la profesora se iba. También inundó la casa de sus padres. Pero fue por una buena causa. Les habían cerrado el agua por unas obras, y cuando volvió a fluir, Ester pensó que si llenaba el fregadero su madre tendría agua de sobra. Claro está, se olvidó de cerrar el grifo y le acabó llegando a la vecina de abajo. También se dio cuenta que, cuando iba a comprar con su madre le daban caramelos. Así que se las ingenió para ir por el barrio pidiendo cosas con tal que le dieran caramelos. Luego ella explicaba que su madre ya se lo pagaría.
-¿Deportes de pelota?
-Malonmono... malonn... es que no me sale...
David es un hombre corpulento, con una gran barriga que le sale del torso. No parecen tener nada, ni él ni Vicente. Es lo curioso del daño cerebral. Quedó subcampeón de España en rugby. Era tercera línea. Pero la memoria empieza a fallarle.
Teresa, sin embargo, tiene una marca en el parietal derecho. Muy visible y reciente. Se ven a simple vista los puntos y el color amarillento del yodo. Tiene el pelo rapado. Una raja de 8 centímetros  de largo, y en su extremo un bulto alargado de otros 8 centímetros. Pero su dicción es correctísima y la memoria no le falla. Ha viajado mucho a lo largo de su vida. Es parca en palabras.
Ester saca una fotocopia de un dibujo. Hay que buscar elementos absurdos. Cosas que destaquen porque están fuera de lugar. Es otro ejercicio. Todos ven algo. Tardan en ver al león que come una hamburguesa con las manos. Pero lo ven.

Esto fue lo que anoté en dos horas de taller. Cuando empezaron a venir los familiares los saludé y me presenté. La mujer de Gabi me contó que si necesitaba cualquier cosa que la pidiera sin problemas. Que ya había hablado con otros periodistas. Incluso había salido en la tele. Su cara me sonaba. Se veía una mujer fuerte y decidida.
Al llegar a casa me di cuenta de que ya sabía quién era.
Llevo dos días asimilándolo.

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