60 segundos (por Rafa)

Durante ese minuto...

... En las peluquerías se desrizaron rizos de mujeres a las que ya no mira ningún hombre, una bicicleta se saltó un semáforo y un niño colgó su balón en el balcón de aquel señor que nunca sale y vive asomado a la ventana y no recuerda el nombre de sus hijos. Una adolescente suspiraba por su vecino, mientras él agitaba entre sus piernas el pelo de una cajera del Gadis. Un hombre aterrizaba en un aeropuerto donde nadie le esperaba, los mercados coleccionaban tickets y escamas de pescado por el suelo, se removía un café con unos ojos clavados, una cerradura cambiaba de llave y un buzón recuperaba su apellido de soltero. Se marcaron goles, se arañaron encías con la corteza del pan de un bocadillo y se descontracturaba un corazón hambriento de huídas.

A la estatua del jardín botánico le crecieron alas en los brazos y patines en línea en los pies, se escapó de la custodia de arbustos y mendigos, se lanzó por la calle abajo en busca de agua con sal donde apagar sus llamas. La ronda circuló fluída hasta llegar a casa, llovió un poco en Vilassar y la sombrilla de la playa aceptaba su condena de encierro en el armario. Una sirena azul-urgente anunciaba charcos y serrinesy cucharas y containeres, guardia de noche a destiempo, hijo desmayado, madre aliviada. Una esposa escondió la tarjeta de último ramo de flores, horas extras en la fábrica y en las ganas de olvidar y una dorada al horno, que hoy cumple los cuarenta. Un gato murió atropellado, se pintó una zona azul en sus caderas y un camello se olvidó de cortar esa dosis, ajuste de cuentas a cambio de un reloj bañado en oro. En la cola del cine una pareja se dejaba devorar por el silencio, palomitas como excusa, mesa guardada en el restaurante de las buenas vistas, más silencio. Una orquesta ensayaba en un sótano, se afeitaban mejillas y recuerdos, y un monedero de piel de H&M cambiaba de dueño contra la ventana de un autobús 56, vaho en los cristales, su nombre escrito con la punta de los dedos.

La espalda de una camiseta se empapaba de hierba, osa mayor en las retinas, mientras el sueño perdía el norte en una habitación de las afueras, dónde coño estará el OCB. La taquillera del circo Raluy se dejaba magrear por el trapecista, amor sin red y cuerda floja, te juro que es la primera vez que me pasa, acento italiano. Una acera recibía el impacto de un motorista sin casco, tirón de bolso, 1'2 de tasa en sangre, mientras el respaldo de un banco de las casas baratas se calmaba los nervios con litronas, palmas por El Barrio, sábado en las venas. Se deshizo un flan entre sus dientes, nata cura desengaños, los reyes son los padres, tienes 12 y ya va siendo hora, mientras el minutero del reloj del campanario olvida una visita en el cuarto de Wendy.

Y durante ese minuto, en las palmas de mis pies crecieron dolmens, margarita deshojada, Vodafone enmudecido. Luces fuera.


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