Anotaciones de Cabo Verde 1.

Anotaciones sacadas de la libreta que no fueron publicadas en las entradas principales.
Antes del capítulo A modo de epílogo.

Fortuna es un hombre enjuto, que no tiene los dientes incisivos superiores y cuando se ríe, que lo hace muya a menudo, los muestra como sin importarle demasiado. Fortuna tiene 56 años, y ha vivido media vida en Lisboa, trabajando en cafeterías y restaurantes. Cuando se cansó de la rapidez frugal de la vida europea, se volvió con sus ahorros a Cabo Verde. Suelo encontrármelo en alguna calle del Plateau de Praia hablando con algún periodista, hablando de la vida y de su gente. Dice que la gente le habla porque da confianza, porque él no pide ni suplica ni exige, sólo intenta echar una mano y ganarse algo a cambio. Siente predilección por el gremio de la comunicación porque ayudó a uno en Portugal, cuando apenas era un chaval, dándole de comer, al periodista y a su novia, porque no tenían dónde caerse muertos. Tienes que contar nuestra historia, tienes que contarla. Hay muchos de nosotros que no lo pasamos bien, y tú tienes que contar nuestra historia. Entre comida y comida, Fortuna observaba cómo caía el joven periodista. Hasta que decidió contarla. Hizo varios reportajes. Y no lo volvió a ver en unas semanas.

Cuando regresó, le dijo que quería la botella de whisky más cara del restaurante, y la comida más cara que había en la carta. Y le dejó una propina de varios cientos de euros. Fortuna, he ganado un premio internacional. Y te lo debo todo a ti.

El joven periodista ya no lo fue tanto, y Fortuna vuelve a su tierra, y va tirando trapicheando maría, lo suficiente para no tener que pedirle dinero ni a su hija ni a su madre. También me nombró al portugués de su historia, pero no sé por qué, lo borré de la memoria. Quizá porque no era lo importante. Lo importante era Fortuna.

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