Diario XIV. Decoración de exteriores. Por Rafa.

Cuando releo estas palabras que no son mías, vuelvo a encontrarme en el aparcamiento de la estación roñosa del tren, dejándome los ojos en rajas textiles que nunca llegaré a remendar, y frases dirigidas a cortejos de una noche que ansiaré eternamente, mas el ansia me puede, porque soy muy vago, y giro ciento ochenta grados mi maltrecho cuello para tragar la última bocanada de tabaco rancio y soltar un hasta mañana un tanto agarrotado, quizás por el hecho de no haberla metido en caliente en toda la noche, para tomar la dirección que me devolverá a casa, al hogar, tan protegido y aséptico, como los condones que me voy topando en el camino, mientras mis colegas siguen con su fiesta, allá lejos, en su propio paraíso. Muchas noches pasé en Ferrol bebiendo sin sentido. Y muchos recuerdos que dejé a la suerte del olvido... Gracias, maestro, por traérmelos de vuelta.

28/01/2008
Diario XIV. Decoración de exteriores. Por Rafa. http://rafalorenzoperez.spaces.live.com/

Las puertas del West cuelgan el cartel de "no hay entradas" frente a la cola del servicio de señoras. Se vuelcan las miradas al filo de un escote perezoso de seguir bailando la marcha militar de unas ojeras, mientras se vuelven del revés los cubatas que custodian la última gota del elixir de las verdades a medias, vista al techo del garito por si las moscas, que la luz artificial maquilla mejor las cicatrices.
En la barra una falda virgen en desengaños descubre un suelo demasiado pegajoso para escapar corriendo de la saliva que le escupe un aprendiz de vampiro, colmillos de un outlet de Levi´s y tarjeta sin saldo en el movil para llamadas a los bordes de su cama. Al otro lado de la frontera, la memoria de la otra camarera se opera las costillas flotantes, que los lunes toca bajarse de estos tacones y ya estoy harta de cenar sopas de sobre.
Afuera, las aceras coleccionan labios abiertos en canal, manos que huelen al sudor de su espalda y a filtro de tabaco. Las calles gotean parejas abrazadas en asientos traseros de taxis, plus de desidia nocturna en la tarifa, mientras en un portal se gasta la hija de cualquiera la paga en condones y chicles mentolados... y por la puerta de atrás de un beso que sabe a mercromina, un gato envenenado se ahoga en un pozo y desde el cristal roto de una ventana con vistas al infierno un padre enseña a su hijo a disparar con una escopeta de bilis comprimida. Abajo el telón.

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